Con relativa frecuencia nos encontramos, en los medios de comunicación y en la calle, con formulaciones del tipo: “Yo, por supuesto, no soy racista, pero la verdad es que no he tropezado todavía con ningún árabe o judío que no merezca mi reproche.”
Esta declaración, y otras similares, son bien analizadas, profundamente antisemitas y xenófobas. ¿Qué culpa tenemos de la mala suerte de este individuo? Y sobre todo, ¿qué culpa tienen los árabes o los judíos de que este sujeto quiera convertir su propia y subjetiva experiencia “estadística” en verdad universal?
Dejando este principio bien sentado, hay que interpretar con alarma la indiferencia en la playa ante la muerte de dos niñas gitanas que se vivió en Italia recientemente. Eran seres humanos, y merecían un poco más de compasión, ¿dónde estaba la empatía con el sufrimiento ajeno que dicen nos caracteriza a los humanos? Los sucesos de Roquetas de Mar en Almería vuelven a actualizar la cuestión que es clave para garantizar una sociedad abierta y que viva positivamente los valores de la multiculturalidad.
La reacción de intento de linchamiento contra la familia gitana del agresor por parte de los amigos de la victima senegalesa ha sido un peligroso ensayo de lo que está pasando casi cada día en el este de Europa. Ahora bien, para evitar que este tipo de actitudes se reproduzca deberíamos preguntar a los líderes religiosos y políticos de la comunidad gitana : ¿Qué podemos hacer entre todos para reforzar la imagen positiva del colectivo gitano? ¿Qué puede hacer el resto de la sociedad para situar fuera del imaginario gitano a quienes se dedican a la delincuencia?
Porque es cierto, por desgracia, que cuando un gitano delinque hace un daño irreparable a la imagen de su pueblo. Sobre todo cuando estos delincuentes pretenden apelar a la solidaridad étnica para mitigar la represión policial o judicial que sufren como consecuencia de la comisión de sus delitos. Los líderes gitanos deberían pronunciarse con claridad para condenar al “ostracismo” a estos delincuentes.
Cuando la ley era injusta, y castigaba a los gitanos por el hecho de serlo, esta solidaridad podía tener sentido. Pero la ley de un estado social y democrático de derecho nos hace iguales. Y en la medida en que la igualdad ante la ley sea una realidad (todavía queda mucho por hacer) sobrará la “ley de los gitanos”. En el fondo se trata de un problema de exclusión social y no étnico o cultural.
Las personas cuando delinquen, no son gitanos, son simplemente delincuentes. Las personas cuando son victimas de un delito no son senegaleses, son simplemente ciudadanos. El delito no tiene patria, ni entiende de pasaportes, no tiene nacionalidad. Esas personas que protagonizan un delito violento deben tener claro que por encima de lazos de familia, o vínculos sociales no van a recibir el amparo del pueblo gitano. En la misma medida que la sociedad perciba con claridad y nitidez el rechazo del pueblo gitano hacia el delito y sus autores y cómplices, (y esa es una tarea de los medios de comunicación), estaremos más cerca de resolver un problema de incomprensión y marginación que afecta no sólo a los gitanos, sino que se refiere a la integración de tantos colectivos minoritarios en el seno de esta sociedad que quiere ser igualitaria y respetuosa con la diversidad cultural de sus integrantes.
Esa es, entiendo yo, la esperanza justa y multisecular del pueblo gitano. No cometamos la torpeza de retrasar su cumplimiento con nuevas injusticias que no hacen sino reforzar un estereotipo que ha hecho tanto daño a este pueblo singular, amante sobre todo de la libertad.
También aprovechamos para invitaros a la mesa redonda que se celebrará el próximo viernes 12 de septiembre a las ocho de la tarde en la calle Sevilla nº 5, sede de la Asociación Senegalesa de Valencia, bajo el lema: Gitanos y senegaleses, todos hermanos. Intervendrán como ponentes :Bamba Saar, presidente de la Asociación Senegalesa de Valencia. Rafa, miembro de Misión Evangélica Urbana de Valencia. Modera Juan Costa, abogado.
La mesa redonda prevista en principio para el próximo viernes a las 20:00 h en la sede de la Asociación Senegalesa de Valencia ha sido pospuesta "sine die". Después de hablar ayer con Bamba Saar (Asociación Senegalesa) y esta mañana con Rafa (Misión Urbana Evangélica) hemos llegado a las siguientes conclusiones:
1.- Dar un enfoque más amplio al encuentro, no ya senegaleses y gitanos, sino referirnos en general a todos los colectivos minoritarios y de inmigrantes que sufren exclusión social para salirnos de la anécdota.
2.- Intentar esclarecer las causas y posibles remedios de la situación creada para evitar que se reproduzca.
3.- Se apunta como lugar idoneo para el futuro encuentro la Asociación Cultural Andaluza, o la Casa de Africa, pero no tenemos confirmación de los titulares sobre la disponibilidad y agendas.
4.- Tratar de buscar un resultado práctico al encuentro, mesa redonda y coloquio que pueda comprometer a las autoridades a elaborar políticas activas de prevención que puedan contribuir a evitar sucesos similares en Valencia.
Informaremos puntualmente del lugar, día y hora de celebración de la mesa redonda tan pronto se confirmen.
* Juan Costa, abogado y miembro de Verdes del Mediterráneo
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